“Yo ni digo groserías, pero quise decir una… mucho HP” dijo este jueves Gustavo Petro en un discurso transmitido por todas las redes sociales de la Presidencia de la República. El mandatario se dirigía a sus seguidores en el lanzamiento de los comités que el Gobierno instalará para que hagan campaña en favor de la consulta popular que ha anunciado como camino para resucitar su reforma laboral, rechazada por el Senado. Petro se refería al presidente del Congreso colombiano, el conservador Efraín Cepeda, quien al conocer las 12 preguntas que constituirían esa consulta dijo que era mejor tramitarlas por la vía legislativa, con una concertación entre Legislativo y Ejecutivo. La respuesta presidencial, el insulto, llevó a que otros congresistas le pidieran respeto a Petro. “Por sobre todas las cosas, a quien se debe respetar en una Democracia es al pueblo. Y anda por ahí mucho HP que irrespeta al pueblo“, insistió el presidente vía X.
Por sobre todas las cosas, a quien se debe respetar en una Democracia es al pueblo. Y anda por ahí mucho HP que irrespeta al pueblo. https://t.co/NJy6JxXGGS
— Gustavo Petro (@petrogustavo) April 25, 2025
El tono agresivo del presidente no se limita a quien señala de obstaculizar sus reformas en el Congreso. Su respuesta ante el vendaval que ha desatado su excanciller Álvaro Leyva, al acusarlo en una carta de tener una adicción a las drogas que constató cuando el presidente redunda en mal desempeño como gobernante, ha sido feroz. “Somos adictos al amor a propósito… ¿Por qué se pierde dos días, compañero? No hay que pensar mucho (…) lo que pasa es que el escritor ya no puede hacer eso”, dijo inicialmente, implicando que el octogenario político es impotente. Tenía era que insultarme y atravesarme una daga como a veces cierto lumpen bogotano hace por la espalda. Morder la mano, la víbora nunca deja de morder”, ha redundado este jueves, en el mismo discurso en el que insultó a Cepeda.
Petro no ha empezado a utilizar ese tono belicoso desde este jueves, aunque sí ha llegado a nuevas cotas. Un mes atrás, en solo dos días, usó diez veces el epíteto “nazi” en X para atacar a distintas personas. En una de ellas, cuando se lo dijo a una activista que criticaba su propuesta de reforma a la salud, el Consejo de Estado lo obligó a retractarse. En sus choques con mandatarios locales de derechas o de centro, los ha señalado de ser “alcaldes de la miseria” y “alcaldes de la muerte”. A quienes convocaron a marchar en su contra en noviembre pasado, los llamó “victimarios”, los señaló de ser “los que quieren que las hijas de los campesinos terminen en los burdeles de la gran ciudad”.
La mayor agresividad del presidente coincide con una derrota legislativa, la negativa del Senado de la República a su reforma laboral, y con su decisión de convocar a una consulta popular para reflotarla por una vía inédita en el país. Para que esa iniciativa llegue a las urnas, el presidente debe obtener el aval del mismo Senado que también han rechazado otras iniciativas fundamentales para el Gobierno, como su primera reforma a la salud en abril de 2024 o su reforma tributaria — también conocida como ley de financiamiento— en diciembre pasado. La apuesta de Petro por llevar las 12 preguntas de la consulta a las urnas hacia octubre, y así hacer una campaña en los meses de preparación para las elecciones legislativas y presidenciales el primer semestre de 2026, depende de una instancia que no controla y que le ha dado disgustos.
El mandatario llegó al poder con una enorme promesa de cambio que no ha podido cumplir. Así lo aceptó ante las cámaras de televisión en el ya famoso consejo de ministros del pasado febrero, en el que culpó a su gabinete por esa falta de cumplimiento de sus promesas. “Fallé al creer que podía hacer una revolución gobernando” dijo poco después en entrevista con EL PAÍS. Una fijación, desde entonces, ha sido sacar adelante realizaciones en el tiempo que le queda a su mandato, pero se ha sentido limitado por las reglas, los jueces, el Congreso. Ha hablado de bloqueo institucional, y la consulta es justamente un intento de saltarlo. “No hemos conquistado el poder, hemos conquistado un gobierno administrador acorralado por los otros poderes y por intereses económicos, entre ellos los de la prensa. La única manera de liberarse es con un pueblo movilizado”, dijo en esa entrevista, hace dos meses. Pero sigue dependiendo del Senado.
Para sus cercanos, Petro siente que enfrenta un bloqueo insuperable, y de allí su tono cada vez más agresivo. “El presidente se siente muy acorralado. Y una persona acorralada, un animal herido, se defiende de todas las maneras” dijo a Caracol Radio esta semana Gustavo Bolívar, uno de los políticos más fieles al presidente y su director de Prosperidad Social. La siguiente jugada en esa defensa, según ha anunciado el propio Petro en las cámaras de televisión, será presentar formalmente la consulta ante el Senado este Primero de Mayo. “Voy a entrar al Congreso con una delegación popular lo más diversa posible y voy a sacar la espada de Bolívar”, dijo en referencia a un objeto muy simbólico, al que dedicó su primera instrucción como presidente de Colombia: llevarla a ese mismo acto de posesión. “Hasta que no haya justicia social en Colombia no se envainará la espada”, anunció, en una señal simbólica. Si hasta ahora la espada lo ha acompañado, envainada en la Casa de Nariño y como una pieza de museo, lo que viene desde este jueves será más confrontación y choque.