Warren Buffett y Donald Trump, en realidad, tienen poco en común. Lo que ha ocurrido recientemente es que Trump ha hecho unas declaraciones asegurando que es muy fácil hacerse rico en las condiciones actuales del mercado. Esta afirmación recuerda, en cierto modo, a una célebre frase de Buffett, quien ya hace años señaló que “cuando corre sangre por las calles” —refiriéndose a fuertes caídas en los mercados— es un momento ideal para invertir y obtener rentabilidades elevadas.
Sin embargo, lo que Trump está planteando tiene mucho más que ver con la deuda pública y el coste de los intereses. De hecho, está presionando para que la Reserva Federal baje los tipos de interés de forma significativa. ¿La razón? Estados Unidos arrastra una deuda gigantesca y el pago de intereses se ha convertido en el segundo mayor gasto del presupuesto federal. Una bajada de 50 puntos básicos en los tipos podría suponer un ahorro de alrededor de 46.000 millones de dólares anuales. En este sentido, la política de tipos bajos tiene una lógica económica clara para Trump.
En paralelo, los aranceles que propone no responden únicamente a la defensa de la industria nacional, como suele argumentarse. Detrás hay una estrategia más ambiciosa: renegociar acuerdos bilaterales con múltiples países para aislar a China, el gran competidor geopolítico y comercial de EE.UU. Así, parte del enfoque arancelario busca presionar para rebajar los aranceles globales, pero dejando a China en desventaja.
Ahora bien, los riesgos del plan de Trump son considerables. Ya se han producido importantes efectos colaterales en los mercados, con caídas masivas que han provocado enormes pérdidas. Algunos grandes inversores han llegado a perder más de 50.000 millones de dólares en un solo día. Además, millones de pequeños ahorradores también han visto mermadas sus inversiones. Si los datos macroeconómicos —como el empleo o la inflación— no acompañan, la Reserva Federal podría no solo negarse a bajar los tipos, sino incluso optar por subirlos, lo que agravaría aún más la situación. En ese escenario, el plan sería un auténtico desastre.
Mientras tanto, los futuros en rojo y las expectativas de desaceleración del comercio mundial anticipan posibles caídas adicionales en los mercados. Las cadenas de suministro están tensionadas, y los inversores ya están descontando este deterioro con movimientos bajistas.
Paradójicamente, y aunque suene irónico, Trump podría tener razón en una cosa: estos momentos de alta incertidumbre y elevada volatilidad pueden ser, históricamente, buenos para invertir. Eso sí, asumiendo riesgos considerables. La historia muestra que tras picos extremos de volatilidad, las rentabilidades a uno, tres y cinco años tienden a ser notablemente superiores a las de períodos tranquilos. Por ejemplo, la rentabilidad media a cinco años tras estos picos de volatilidad ronda el 104%, frente al 31% o 74% en periodos con menor agitación.
En definitiva, son momentos de riesgo, sí, pero también de oportunidad para quienes saben gestionarlo.
TE INTERESA
Estrategias de Inversión ofrece una cartera de bolsa y fondos en la sección premium, con un objetivo de crecimiento a largo plazo y que invierte en las megatendenciasmás atractivas en cada momento.
Descubre las carteras y los análisis independientes para invertir en sectores con tendencia alcista en la zona premium de Estrategias de Inversión