La economía colombiana no ha acusado un golpe fuerte tras el anuncio de nuevos aranceles a todos los países por el presidente estadounidense Donald Trump, el miércoles pasado. El impacto limitado de la que parece ser una guerra comercial global, con retaliaciones tarifarias de China, se ha notado en la evolución de su mercado accionario. En contraste con los principales mercados globales, donde hubo caídas dramáticas, la Bolsa de Colombia tuvo una caída pequeña en el principal índice accionario del país. El Colcap ha retrocedido tan solo un 0,67% este lunes, una caída que se suma a la más notoria del viernes (2,23%) y contrasta con la tranquilidad del jueves pasado, cuando aumentó un 0,25%. Se trata de un retroceso total de 2,65% en los tres días de crisis en los que el Eurostoxx ha caído un 12,74%; en Nueva York, el Dow Jones ha bajado 10,4%, el S&P 500 un 13,19%; el Nasdaq el 11,69%, y el japonés Nikkei ha perdido 13,35%.
El efecto, aún moderado, refleja varias realidades. Una, la más obvia, es que Estados Unidos tan solo impuso a Colombia un arancel del 10%, el más bajo en su tabla mundial y que no planea aumentar a partir de este miércoles, como sí ocurre con la mayoría de países. Eso significa que, por lo menos en términos comparativos, Colombia no pierde competitividad en un primer momento, y tiene posibilidad de ganarla frente a otros exportadores. Por ejemplo, en el caso del café hay expectativa en el país por las oportunidades que se abren para colonizar espacios que hoy tienen Vietnam (que enfrenta un arancel hasta del 92% a partir de este miércoles, y desde el sábado tiene uno del 46%), Indonesia (64% a futuro, 32% hoy) o incluso Costa Rica (17% pendiente, 10% en este momento). Otra posible oportunidad existe para el cacao, del que el país es el décimo productor mundial, el octavo exportador a Estados Unidos, y que tiene como gran jugador a Costa de Marfil (21%, convertible en 42%).
Además, la mitad de las exportaciones de Colombia a Estados Unidos, consistentes en petróleo y oro, quedaron exentas del nuevo arancel, según los anexos detallados a la decisión que publicó el Gobierno norteamericano el jueves pasado. Esa noticia, para un país que tiene una balanza comercial altamente deficitaria con Estados Unidos, ha limitado el nerviosismo. El país sudamericano tiene a la gran economía como su principal socio comercial de lejos, como destino del 27% de sus exportaciones y fuente del 26% de sus importaciones (con cifras de 2023).
Aparte del choque externo por esta guerra, la economía colombiana pasa por una etapa de claroscuros. Esperanzan algunos datos, como la lenta reducción del desempleo, que en febrero tuvo su menor cifra para ese mes desde 2018 con el 10,3%; la paulatina recuperación del crecimiento económico, que el Banco Mundial ha estimado que llegará este año al 3%, mientras observadores locales lo estiman en 2,5%; o la caída de la inflación tras el pico pospandémico, a niveles del 5,3%. Sin embargo, el alto endeudamiento, los choques entre el Ejecutivo y el Banco Central por la política monetaria, y el déficit fiscal que cerró en 6,8% del PIB en 2024 y que se concreta en la necesidad de recortes presupuestales, generan una fragilidad que los aranceles pueden profundizar.