Ideada en 1948 por Eleanor Lambert, popularizada en los setenta por Diana Vreeland y convertida en uno de los eventos más mediáticos del año por Anna Wintour, la Met Gala reúne cada año a las celebridades del momento. Todas posan en la escalinata del Museo Metropolitan de Nueva York; muchas, además, convierten su pase por el evento en centro de la polémica. De Lady Di a Rihanna o Kim Kardashian
La pelea de ascensor. Ha pasado más de una década, pero seguramente aún sea la polémica más recordada de la gala Met. Al acabar la cena de 2014, Beyoncé, su marido Jay-Z y su hermana Solange se dirigían a una fiesta en el hotel The Standard cuando las cámaras de uno de los ascensores grabaron una pelea entre Solange y Jay-Z. Ante la impasible mirada de Beyoncé su hermana increpaba a su marido para después comenzar a golpearle y patearle, hasta que uno de los guardaespaldas la detuvo. A los pocos días emitieron un comunicado explicando que habían resuelto el conflicto: “Jay y Solange asumen, cada uno, su cuota de responsabilidad por lo ocurrido. Ambos reconocen su papel en este asunto privado que se ha hecho público. Ambos se han disculpado y seguimos adelante como una familia unida”. Mucho se especuló sobre las razones del altercado y se impuso la versión de una infidelidad por parte del rapero, algo a lo que la propia Beyoncé dio crédito en varias de las canciones que escribió en los años sucesivos.Axelle/Bauer-Griffin (FilmMagic)El plantón de las supermodelos. La exposición de 2009 estaba dedicada al diálogo entre los diseñadores y las modelos, a su papel como musas. Y pocas relaciones en este sentido han sido tan emblemáticas como las que mantenía Azzedine Alaïa con las ‘tops’. Por eso sorprendió que en toda la muestra apenas estuviera representado el tunecino: solo aparecía un vestido suyo y ni siquiera físico, sino en una fotografía de Gilles Bensimon. Cuando el modisto se enteró del desaire pidió a sus amigas que no asistieran a la ceremonia, así que tanto Naomi Campbell como Stephanie Seymour dieron plantón a la todopoderosa Anna Wintour. El día del evento la periodista Cathy Horyn habló con él y, según publicó entonces en ‘The New York Times’, “culpó de la omisión no al comisario jefe de vestuario del Met, Harold Koda, sino a Anna Wintour, editora jefe de ‘Vogue’, quien organiza la fiesta. ‘Tiene demasiado poder sobre este museo’, dijo. Alaïa ha tenido muy poca presencia en Vogue en los últimos 15 años”.Samir Hussein (Samir Hussein/WireImage)Los vetos de la jefa. La mística en torno a cómo se elabora la lista de invitados al codiciado evento ha llenado gigas y gigas de conversaciones y artículos en la web. Como apuntaba Alaïa, Anna Wintour tiene la última palabra y muchos se han quejado de haber sido vetados a la cita. La estilista Rachel Zoe contaba por ejemplo que perdió su entrada al defender en una entrevista que era más influyente que la propia Wintour, porque su trabajo afectaba más a las carreras de las celebridades que el hecho de aparecer en ‘Vogue’. Sea como sea, el único veto realmente confirmado por la editora es el que impuso a Donald Trump. Lo dijo durante una aparición en ‘The Late Late Show’ con James Corden en 2018. Aunque el presidente había sido habitual en este evento desde los años ochenta, no ha vuelto a aparecer desde 2012.Dimitrios Kambouris (FilmMagic)El cuerpo de Kim Kardashian. La propia Kim Kardashian se quejó durante años de no ser invitada al elitista evento, hasta que en 2013 Wintour claudicó. Desde aquella primera aparición, su llegada a la alfombra se ha convertido en motivo de controversia año tras año. En 2013, embarazada de su hija North West, vistió un diseño de Riccardo Tisci para Givenchy de un estampado floral que hizo que alzara como meme de la noche. Los internautas la compararon con un sofá y la estrella de ‘realities’ no se lo tomó bien y lloró de camino a casa. Defendía años después que el ‘body-shaming’ que sufrió durante su embarazo “hoy en día no sería aceptado”. Nunca lo sabremos porque para sus dos hijos menores, Chicago (2018) y Psalm (2019), recurrió a vientres de alquiler. Lo que sí sabemos es que la fundadora de Skims ha hecho de su cuerpo un artilugio para generar titulares. En la edición de 2022 lo hizo enfundándose el vestido de museo de Marilyn Monroe y compartiendo que había adelgazado siete kilos en tres semanas para ello. Todo por la moda, dicen algunos. Otros argumentan que el ejemplo es una exaltación de una relación poco sana con el cuerpo ante millones de seguidores. Ella se defendió en la revista ‘Allure’: “Si me estuviera muriendo de hambre y lo hiciera de forma muy poco saludable, diría que, por supuesto, no es un buen mensaje. Pero tuve un nutricionista, tuve un entrenador. Nunca he bebido tanta agua en mi vida. No veo las críticas a otras personas que adelgazaron para papeles; se les considera genios por su oficio”. No debió salir tan mal parada cuando en 2024 volvió a recurrir al recurso de oprimir su cuerpo para una foto con un corsé, apostando de nuevo por la épica del sufrimiento para ser la invitada más fotografiada y polémica de la noche. Su diseño era obra de John Galliano, que buscándolo o no aparece ligado a varias polémicas del Met.Lexie Moreland (WWD via Getty Images)Una princesa “paseándose en camisón”. La edición de 1996 estaba dedicada a la figura de Christian Dior y el conglomerado dueño de la firma, LVMH, patrocinaba la velada. Se decidió que la invitada de honor, la princesa Diana de Gales, vistiera la primera creación de alta costura del diseñador del momento, John Galliano, recién fichado por la casa. El británico ideó para la ‘royal’ un vestido azul medianoche cortado al bies que ella completó con perlas y zafiros. Pero quizá fue por el cansancio del ‘jet lag’ o porque le aburrió el evento, Lady Di posó para los fotógrafos y se esfumó. “Algunos se preguntaron si había huido porque estaba avergonzada por su apariencia: el vestido había sido considerado un fiasco”, plantea Dana Thomas en su libro ‘Dioses y Reyes’. La periodista se hace eco también de las reseñas que recibió el estilismo en la prensa británica: “Estaban horrorizados de que la madre de su futuro rey estuviera, como escribió Louisa Young en ‘The Guardian’, ‘paseándose por el baile del Costume Institute en camisón’. El ‘Daily Mail’ coincidió: ‘El problema, y no hay una manera delicada de decir esto, es… no llevaba sujetador (…). Y una mujer con la figura de Diana necesita más soporte. Y es un hecho inevitable que este tipo de vestido les queda mejor a las que acaban de salir de la adolescencia”. Años después el propio Galliano contó en el documental ‘In Vogue: The 90s’ que en realidad el diseño estaba concebido con un corsé por debajo que en el último momento Lady Di decidió eliminar. “Solo la recuerdo saliendo del coche”, explicaba el creativo en el documental, “no podía creer que había arrancado el corsé. No quería usar corsé. Se sentía tan liberada. Se había arrancado el corsé y el vestido era mucho más sensual”.New York Daily News (NY Daily News via Getty Images)¿Desnudez? Depende de en quién. Depende de quién decida apostar por las transparencias y de cómo lo haga. Como cualquier paseíllo público centrado en la estética, las coberturas de la gala del Met tienen un sonrojante historial de misoginia. Especialmente patente cuando las que pasean por la alfombra roja son mujeres ligeras de ropa. Todo correcto si se trata de celebridades atractivas y de medidas canónicas como las modelos Kendall Jenner (de La Perla en 2017) o Emily Ratajkowski (en cualquiera de sus apariciones) o la cantante Beyoncé (con Givenchy transparente en 2015). La cosa cambia si se rompe con la mirada masculina sobre la sexualidad femenina o si la que muestra pezón y cachete es una mujer de 58 años. Como Madonna en 2016, cuando apareció en todas las listas de ‘peor vestidas’ por su elección, un diseño de Tisci para Givenchy negro con correas y transparencias. Despachó las críticas con un mensaje: “Mi vestido fue una declaración política y también de moda. El hecho de que la gente crea que una mujer no tenga derecho a expresar su sexualidad y a ser atrevida tras cierta edad es prueba de que aún vivimos en una sociedad edadista y sexista”.Rabbani and Solimene Photography (Getty Images)Orientalismo. La visión imperialista sobre otras regiones del planeta ha sido frecuente en la gala del Met, prácticamente desde sus inicios. En los ochenta la exposición ya estuvo dedicada a los vestidos de la dinastía china Chi’ng o a la indumentaria en la India en tiempos del colonialismo británico y las ‘Visiones del Este en el Vestido Occidental’ protagonizaron la muestra en 1994. Pero la sensibilidad en 2015 había evolucionado y muchos no entendieron algunas apuestas para homenajear a la exhibición de aquel año, ‘China: a través del espejo’. Hubo varias celebridades que tiraron de clichés y explotaron estereotipos en sus atuendos, lo que no gustó en el foro global que es internet. Aquella noche la alfombra roja plasmó el racismo institucionalizado en el kimono japonés de Lady Gaga, el bolso en forma de mujer china de Dakota Johnson, la bata de satén rojo de Karolina Kurkova o el tocado que Phillip Treacy diseñó para Sarah Jessica Parker, inspirado en la ‘mujer dragón’ que sexualiza a las mujeres chinas.Axelle/Bauer-Griffin (FilmMagic)Con la Iglesia hemos topado. Tampoco gustó entre algunos sectores de la Iglesia Católica el uso que se dio a la iconografía religiosa en la inauguración de la muestra ‘Cuerpos celestiales: la moda y la imaginación católica’ en 2018. Aunque habían cedido decenas de vestimentas papales del Vaticano, no comulgaron con que los invitados utilizaran esas referencias en sus ‘looks’. Dolió especialmente que la cantante Rihanna se coronara con una mitra papal en su estilismo, diseñado evidentemente por John Galliano.John Shearer (Getty Images for The Hollywood R)Homenajeados controvertidos. El debate sobre si es necesario separar al artista de su obra aterrizó de pleno en la gala Met (siempre en línea con los tiempos) en la edición de 2023, dedicada a la figura de Karl Lagerfeld. El célebre diseñador se había ganado un puesto de honor como emisor de mensajes escandalosos y por sus opiniones cuanto menos polémicas sobre todo tipo de temas. Célebre era su gordofobia, pero también su visión caduca sobre la industria, como cuando tras el estallido del movimiento #MeToo entre las modelos espetó que “si no quieres que te bajen los pantalones, no te hagas modelo”. Aprovechaba hasta su declaración más insustancial para lanzar dardos a sus enemigos. Como cuando hablando de tatuajes dijo que le parecían horribles porque eran “como vivir eternamente en un vestido de Pucci”. Por eso quizá, para evitar posicionarse sobre su figura en la alfombra roja, la más inteligente fue Doja Cat que se visitó de su gatita Choupette y se limitó a contestar con maullidos a cualquier pregunta de los reporteros.GWR/Star Max (GC Images)