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Desde la nuclear a las renovables: el mix energético del futuro a examen

LA ENERGÍA EN EUROPA

El Viejo Continente ha vivido una auténtica revolución energética que se desató a cuenta de la invasión rusa en Ucrania. Y es que en marzo de 2022 se alcanzaban precios astronómicos en el petróleo y el gas, los de mayor envergadura de los últimos tiempos. El cambio, la Declaración de Versalles, firmada en mayo de ese año, en la que los 27 acordaron eliminar gradualmente la dependencia de la UE de los combustibles fósiles rusos.

La vinculación energética a Putin de los países del norte, y especialmente de Alemania, varió la mentalidad que nos ha llevado al momento actual: precios a la baja, incluso a cero en la electricidad, y un cambio necesario en la producción y consumo, con modificación sustancial del mix energético.

Si en 2023, el efecto del compromiso con el Acuerdo de París respecto del cambio climático llevó al 24,5% de consumo final bruto en la UE de energía procedente de fuentes renovables, según Eurostat, que dejaba lejos la previsión del objetivo de alcanzar un 42,5% en 2030, el año siguiente la modificación fue sustancial.

Llegaban los precios más bajos de la historia, con caídas del 16% en el coste eléctrico frente al año anterior, salvo en la parte final del año, con demanda que no creció desde la crisis, gracias al bajo consumo industrial. Y hasta 1.480 veces se registraron precios negativos, en niveles récord.

Ganaban terreno las renovables con reducción de emisiones del 59%, con lo que la UE lograba, según las cifras de Eurelectric, la combinación de energía europea más limpia en toda su historia.

Así, el mix de 2024 en la UE viene dado por un 48% de energías renovables, un 24% de nuclear y un 28% de combustibles fósiles, la proporción de este tipo de energía más baja en el ámbito comunitario de toda su existencia. En cuanto a energías limpias, la eólica se mantiene por encima del gas natural en liderazgo, con gran presencia de la hidroeléctrica y la solar fotovoltaica. Esta última supera incluso al carbón, según los expertos de Ember.

¿CÓMO ES LA ENERGÍA EN ESPAÑA?

En España, las renovables alcanzan un 55,8% sobre el total del mix español, lo que supone una mejora a doble dígito, los mejores de su historia. Liderados por la eólica, con un 23% y los más de 22.000 aerogeneradores que operan en nuestro país. Seguido por la nuclear que alcanza un 19%. Como novedad, la solar fotovoltaica llega al tercer puesto con un 17% y el ciclo combinado pasa al cuarto lugar, que cierra en ese quinto puesto la hidráulica, con un 13%, en cifras de Red Eléctrica.

La cuota de producción libre de emisiones sobre el total, roza el 77%. Más renovables, pero con un mix de producción en línea claramente comunitaria en España, donde el viento, el sol, el agua y la biomasa, de forma global, lideran el mix, seguido de las nucleares.

Y el gran consumidor energético en España es la industria, que en datos de Opina 360 para el Foro Industria y Energía (FIE), más de un tercio del total va a parar en el último año a las fábricas, un 35,4%, seguido del sector servicios, el fundamental en nuestro país con un 34,5%, y el residencial, que alcanza el 30% del total.

LA IMPORTANCIA DE LA ENERGÍA NUCLEAR

El mito negativo de este tipo de energía le persigue constantemente, pero lo cierto es que en 2024 se ha convertido, de forma individual en la UE, en la tecnología líder en la producción energética, una mirada renovada sobre ella, tras los años de ‘nucleares, no gracias’.

La controversia comunitaria que genera lleva a que, frente al caso de las renovables, no se establezcan implementaciones conjuntas desde Bruselas. Pero la necesidad se hizo virtud en marzo de 2023, con las reformas de la Ley de Industria Net-Zero para aumentar la fabricación de ‘tecnologías avanzadas, donde se mencionaban los pequeños reactores modulares (SMR) como una de las tecnologías que podían contribuir de forma significativa a la descarbonización, como indica la Asociación Nuclear Mundial.

En octubre de 2023, la Comisión Europea acordaba incluir a las centrales nucleares existentes en las reformas del mercado eléctrico. Muchas de ellas, encaminadas a ampliar la vida útil operativa de las ya existentes, con reglas de diseño específicas para evitar la distorsión del mercado.

Así hablamos de una capacidad de 106 reactores nucleares, 98 GWe que funcionan en 13 de los 28 estados miembro y que, representan, la cuarta parte de la electricidad generada en toda la Unión, según ENSREG, El grupo de reguladores para la seguridad de la energía nuclear.

Es decir, una energía que vuelve a primer plano por su menor coste y las necesidades energéticas comunitarias cada vez más alejadas de la dependencia de terceros y fundamental en el mix futuro de las energías en la UE.

Sólo en el caso español, la espada de Damocles viene de la mano del calendario de cierre pactado para las centrales nucleares que debe culminar en 2035. Y la primera prueba de fuego llegará con la central extremeña de Alcaraz, solo dentro de dos años, en 2027. La sombre del apagón nuclear, es, por tanto, alargada.

PRESENTE Y FUTURO DE LAS RENOVABLES

La energía verde se coloca en primer plano con la mejor tarjeta del sector de producción global, pero las luces también presentan algunas sombras. A pesar del progreso, hay factores que se ponen sobre la mesa, a pesar de liderar de forma conjunta la generación de energía en Europa.

Entre ellas, las elevadas inversiones que requieren, o factores no tan limpios en el caso del reverso de la eólica. También apuntan a la dependencia de la cadena de suministro o la escasez de mano de obra especializada, que amenazan la competitividad comunitaria.

Y, sobre todo, el coste de producción y desarrollo de tecnologías de cero emisiones netas, junto con la I+D+i en la búsqueda de novedades con las elevadas inversiones que requieren. Algo que se ha notado especialmente con la crisis desatada por la invasión en Ucrania, con una Alemania que había echado el freno a la producción de este tipo de energía, todavía insuficiente a pesar de su peso en el mix.

De momento, la Comisión Europea acaba de ofrecer a los países relajar requisitos para conseguir ayudas públicas que agilicen procesos e inversiones en la UE en materia de energía renovable, descarbonización industrial, componentes para baterías o paneles solares. Consultas abiertas hasta el 25 de abril, que luego debatirán país por país. Y es que la burocracia europea sigue funcionando al mismo ritmo que siempre.

El informe de situación de 2025 sobre la competitividad de las tecnologías de energía limpia, que marca el ejecutivo comunitario, incluye entre sus conclusiones que Europa se enfrenta a una feroz competencia global, y que corre el riesgo de perder terreno en términos de innovación e investigación, como en el caso del desarrollo del hidrógeno verde y la forma de frenar, en determinadas energías, la huella de carbono.

En definitiva, como se define en el paquete de medidas conocido como ‘Objetivo 55’, la Unión tiene previsto seguir aumentando la cuota verde para que, de aquí a 2050, la mayor parte de la energía comunitaria proceda de fuentes renovables.

FUTURO DE LA ENERGÍA EN EUROPA

Gana enteros, por tanto, el mix energético renovables-nuclear como modo de independencia europea futura en esta materia y para desterrar, cada vez en mayor medida, los combustibles fósiles.

Uno de los mejores ejemplos son las palabras de Ignacio Galán, el presidente de Iberdrola, en el Foro Económico Mundial de Davos: «Tenemos eólica, hidroeléctrica, solar y nuclear, pero nada de gas y poco petróleo. Además, las renovables son competitivas y las nuevas instalaciones son más baratas de construir que las que requieren combustibles fósiles. Hemos demostrado, al menos, con las centrales nucleares que ya están en funcionamiento, que son seguras, eficientes y absolutamente necesarias”.

Todo ello, como forma de ser autosuficiente e independiente energéticamente, todavía es una asignatura pendiente en Europa, como ha demostrado la crisis surgida de la invasión de Ucrania.

Respecto de las inversiones, en el informe 2025 de KPMG, se destaca que el 72% de los inversores confirma que la inversión en activos de transición energética se está acerando, aunque el porcentaje alcanza el 75 todavía en el caso de proyectos de combustibles fósiles. Y es que los riesgos regulatorios son la principal preocupación para los inversores, porque pueden frenar los planes de inversión a medio y largo plazo.