Durante la campaña electoral, Donald Trump prometió deportaciones a mansalva, aranceles masivos y rebajas de impuestos agresivas, pero en sus mítines dedicó bastante tiempo a otra promesa que generó menos titulares: eliminar las regulaciones sobre los cabezales de ducha para evitar el desperdicio de agua. El candidato republicano criticaba que por culpa de la poca presión no podía ducharse como le gustaba y que, si llegaba a presidente, eso cambiaría. Este miércoles, en plena conmoción por la rectificación de su caótica política comercial, cumplió su promesa. “Me gustaría darme una buena ducha para cuidar mi precioso pelo”, argumentó en el Despacho Oval de la Casa Blanca, convertido en escenario de tragicomedia. Tras la comercial, la guerra de las duchas, una vieja obsesión de Trump.
El decreto lleva por título “Mantener una presión de agua aceptable en las duchas”. La Casa Blanca difundió un argumentario jugando con el principal lema trumpista: “Trump hace que las duchas de Estados Unidos vuelvan a ser grandes otra vez”. El día de las inocentadas en Estados Unidos es el 1 de abril. Este decreto va en serio. Como tantas veces en las disgresiones de sus mítines, el presidente explicó su razonamiento este miércoles en el Despacho Oval de la Casa Blanca. “Estoy durante 15 minutos hasta que se moja. Goteo, goteo, goteo. Ridículo. Lo que haces es acabar lavándote las manos durante el quíntuple de tiempo, para que sea la misma agua. Y vamos a liberarla para que la gente pueda vivir”, argumentó.
El decreto pone fin a las normas de ahorro de agua que restringen el número de litros por minuto que se permite que fluyan a través de los cabezales de ducha. “El decreto libera a los estadounidenses de una reglamentación excesiva que convertía un artículo doméstico básico en una pesadilla burocrática. Los cabezales de ducha ya no serán débiles e inútiles” sostiene la Casa Blanca. “Los estadounidenses pagan por su propia agua y deben ser libres de elegir sus cabezales de ducha sin intromisiones federales”, sostiene.
La norma ordena al secretario de Energía que anule inmediatamente “la complicadísima norma federal que redefinió el término ‘cabezal de ducha’ bajo los gobiernos de Obama y Biden”. La exposición de motivos del decreto sostiene que “el exceso de regulación ahoga la economía estadounidense y asfixia la libertad personal”. “Un ejemplo pequeño, pero significativo, es la guerra de Obama y Biden contra las duchas”, añade.
La guerra de las duchas
Durante más de tres décadas, la ley federal de energía ha establecido normas para los aparatos que determinan que los nuevos cabezales de ducha no deben verter más de 9,5 litros de agua por minuto (2,5 galones). En la presidencia de Barack Obama se ajustaron las restricciones para aplicar esos límites al agua que sale de todo el cabezal de ducha, incluso de los que tienen varios chorros o boquillas. Durante la primera administración Trump, el presidente relajó la medida para permitir que cada boquilla de un cabezal de ducha tuviera un flujo de hasta 2,5 galones por minuto. La administración Biden revocó la medida de Trump en 2021, en lo que la Casa Blanca denomina “la guerra de las duchas”.
Según el Gobierno de Trump, las administraciones demócratas publicaron reglamentos muy extensos para definir los cabezales de ducha. “La definición de Biden tenía la asombrosa cifra de 13.000 palabras”, alega.
“Vamos a deshacernos de esas restricciones”, sostiene Trump. “Tienes muchos lugares donde tienen agua, tienen tanta agua que no saben qué hacer con ella. Pero la gente compra una casa, abren el fregadero y apenas sale agua. Se duchan y apenas sale agua. Y es una restricción innecesaria”, indica.
Durante el primer mandato de Trump, el presidente ordenó una revisión federal de las normas de eficiencia hídrica en los accesorios de baño. Su fijación con las cisternas de los inodoros provocó que el hashtag #ToiletTrump fuera tendencia en las redes sociales, informa Bloomberg. Las regulaciones vigentes durante la administración Obama permitieron a una familia media ahorrar 380 dólares en costes de agua al año y ahorrar más de 17 galones al día, dijo entonces la Agencia de Protección del Medioambiente (EPA).
Trump y sus aliados conservadores se han opuesto durante mucho tiempo a las regulaciones ecológicas destinadas a reducir el consumo de agua en el país, diciendo que terminan haciendo perder el tiempo a los consumidores y frustrándolos. Sin embargo, las medidas del presidente para suavizar esas normas de eficiencia amenazan con elevar las facturas de agua y electricidad para calentarla de los consumidores. En febrero, Trump también suavizó las normas de eficiencia energética para muchos electrodomésticos y accesorios. En su argumentario de este miércoles, la Casa Blanca señala que las regulaciones de los predecesores del presidente “sirvieron a una agenda verde radical que empeoró la vida de los estadounidenses de a pie”.