Zoe Saldaña, la gran favorita para llevarse el premio, finalmente ganó el Oscar a mejor actriz de reparto por su papel en Emilia Pérez. “Soy la orgullosa hija de padres inmigrantes con sueños y dignidad y manos que trabajan duro”, dijo al recibir la estatuilla en uno de los pocos discursos reivindicativos de la gala. Una referencia especialmente relevante en la semana en la que Trump ha anunciado su intención de declarar el inglés el idioma oficial de EE UU. “Soy la primera americana de origen dominicano en aceptar un premio de la Academia, y sé que no seré la última. El hecho de que esté recibiendo un premio por un papel en el que tuve la oportunidad de hablar y cantar en español haría que mi abuela, si estuviese aquí, estuviera tan emocionada. Esto es para mi abuela”, terminó. Con el público en pie ovacionándola, Saldaña también agradeció a todo el equipo de la película —sin ninguna referencia particular a sus compañeros de elenco, entre los que está Karla Sofía Gascón— y en particular a las otras nominadas en su categoría.
La carrera de Saldaña ha estado ligada, “de una manera extraña, no esperada”, apuntaba ella misma en una entrevista con EL PAÍS, a la taquilla de sus películas. Su filmografía suma más de 14.250 millones de dólares de recaudación (13.470 millones de euros), por lo que es la segunda actriz más taquillera de la historia del cine, y según vayan estrenándose las continuaciones —ya rodadas— de Avatar, adelantará a Scarlett Johansson en Los Vengadores.
“No me arrepiento, por supuesto, pero llevaba toda mi vida esperando otra cosa”, contaba sobre Emilia Pérez, la película que le ha reportado el Oscar, y que le ha devuelto su pasión por el baile, que descubrió en sus años de adolescencia en República Dominicana. “Fíjate, hubo personajes que rechacé por no bailar y en realidad no lo he hecho desde mi primer filme, El ritmo del éxito. De repente, la mortalidad te da otra oportunidad. Hay un momento en que tu imaginación ve algo, lo sientes, y te convences de que lo puedes hacer, pero la vida y la tierra te recuerdan que ya vives más en tu cabeza que en tu cuerpo [risas]. Así que cuando llegó Emilia Pérez, cuando empezamos con las coreografías a despertar a mi cuerpo, me di cuenta de mis limitaciones y trabajé bien duro. Por suerte, Jacques Audiard no quería una cosa con técnica perfecta de bailarín, sino que Rita expresara, a su manera, lo que sentía y pensaba”.
Su discurso esta noche ha roto la tónica de una gala alejada de las referencias políticas y de las palabras reivindicativas.
