India puede obtener más de lo que esperaba en lo que respecta a Elon Musk. El papel del jefe de Tesla en la Casa Blanca podría facilitarle el establecimiento de las condiciones de su entrada en el tercer mayor mercado automovilístico. Pero el objetivo de Donald Trump de reducir el déficit comercial de Estados Unidos dejará a India menos capacidad de negociación para conseguir los codiciados empleos en las fábricas que quiere de Musk.
El fabricante de vehículos ha identificado ubicaciones para dos tiendas en India, según fuentes anónimas, y está contratando personal para puestos de cara al público y de gestión en el país. Esto ha alimentado la especulación de que la reunión de Musk con el primer ministro indio, Narendra Modi, la semana pasada, puede allanar el camino para que Tesla finalmente venda en el país.
El mayor impedimento son los altos aranceles de India sobre los vehículos importados, que Nueva Delhi esperaba en su día que persuadieran a las marcas extranjeras para que fabricaran localmente. Pero el jefe de Tesla se ha resistido, probablemente porque la demanda local de eléctricos de lujo aún no ha alcanzado a China, el segundo país más importante de la empresa por ingresos tras EE UU.
Puede que Modi considere ahora la posibilidad de reducir o eliminar los aranceles sobre los automóviles, para complacer a Trump, o de conceder exenciones a Tesla. Pero eso no haría más que debilitar la posición de Nueva Delhi en la negociación con Musk.
Trump ya ha señalado que una fábrica de Tesla en India destinada a eludir los aranceles locales sería “injusta” para EE UU. Además, tampoco está claro que Tesla necesite otra planta. En 2024 usó solo tres cuartos de su capacidad de producción existente en EE UU, Alemania y China, una ligera caída con respecto al año anterior. Eso sugiere que espera que la demanda mundial se desacelere aún más.
El riesgo para Modi es que de concesiones a Musk, solo para terminar con poco más que salas de exposición de Tesla. Es cierto que el Gobierno tiene otra baza: Starlink está a la espera de la autorización de seguridad para una licencia para ofrecer servicios de banda ancha por satélite en India. Pero en el contexto de las amenazas arancelarias de Trump, Nueva Delhi debería tener cuidado con lo que desea del hombre más rico del mundo.
Jugando con fuego
Musk ve gente muerta, y mucha. El jefe de recortes de gastos de la Casa Blanca afirma haber descubierto “el mayor fraude de la historia” dentro de la Administración de la Seguridad Social, tras encontrar 20 millones de personas mayores de 100 años en sus archivos. Este histrionismo, combinado con otras torpes intromisiones de la Administración, hacen que sea muy fácil preocuparse de que los pagos legítimos a las personas mayores sean un desastre en potencia.
La agencia responsable de emitir cheques a 73 millones de estadounidenses jubilados y discapacitados es sacrosanta en la política del país. Después de que Musk se abriera paso a la fuerza en sistemas cargados de información personal y financiera de todos los estadounidenses, bajo los auspicios de su Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), el jefe interino de la Seguridad Social dimitió en señal de protesta durante el fin de semana, informó el Washington Post.
Las afirmaciones de Musk sobre millones de beneficiarios que se aprovechan del sistema, incluso cobrando dinero de personas presumiblemente fallecidas desde hace mucho tiempo y nacidas en 1875, son extravagantes. Es inevitable que se cometan irregularidades dentro de un programa tan grande, pero 1875 también resulta ser el año de nacimiento por defecto utilizado para los registros incompletos, y la agencia detiene automáticamente los pagos a cualquier persona mayor de 115 años. Una auditoría gubernamental de 2023 descubrió asimismo que el 98% de los centenarios de la base de datos no reciben prestaciones, y la mayoría de los que sí las reciben simplemente han conseguido llegar a una edad de tres dígitos. Trump repitió el ataque, diciendo a los periodistas el martes: “Si quitas a todos esos millones de personas de la Seguridad Social, de repente tenemos una Seguridad Social muy poderosa”.
La bravuconería sería menos alarmante si no fuera por otros errores ya cometidos bajo Trump. Al intentar cerrar realmente la Oficina de Protección Financiera del Consumidor, la Administración casi corta el acceso a una herramienta esencial para el mercado hipotecario. Al equipo de Trump también le está costando volver a contratar a los trabajadores de seguridad nuclear que despidió en nombre del ahorro de dinero.
La Seguridad Social, una importante categoría de gasto público que no requiere que el Congreso reautorice regularmente sus fondos, casi con toda certeza tendrá que renovarse de alguna forma para tener en cuenta el envejecimiento de la población y la caída de la proporción de trabajadores con respecto a los jubilados. Los planes declarados de Trump de restringir la inmigración también amenazan con acelerar el proceso.
Pero cualquier sugerencia de cambios en la Seguridad Social suele provocar una reacción. Un intento de 2005 bajo George W. Bush para privatizar la agencia fracasó y no se ha intentado ningún esfuerzo serio desde entonces. Trump también ha prometido proteger el programa e incluso ha propuesto eximir los beneficios de los impuestos. En el extremo, dar acceso a terceros a las tuberías corre el riesgo de cortar los pagos a los beneficiarios que lo merecen. Incluso solo gritar hiperbólicamente sobre el comportamiento criminal en la agencia es jugar con fuego.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías