Cruise, la división de coches autónomos de General Motors (GM), abandonará el negocio de los robotaxis, según ha anunciado este martes el gigante automovilístico. Con ese movimiento, la empresa espera ahorrar 1.000 millones de dólares anuales. La compañía sacrifica los robotaxis ante los fuertes costes y la creciente competencia para dar prioridad al desarrollo de sistemas de asistencia al conductor. El objetivo es que esos sistemas vayan evolucionando hasta desarrollar vehículos personales totalmente autónomos.
“En consonancia con las prioridades de asignación de capital de GM, GM dejará de financiar el trabajo de desarrollo del robotaxi de Cruise, dado el tiempo y los recursos considerables que se necesitarían para ampliar el negocio, junto con un mercado de robotaxi cada vez más competitivo”, ha indicado la empresa en un comunicado.
GM se basará en el progreso de Super Cruise, la función de conducción autónoma de la empresa, que ya se ofrece en más de 20 modelos de sus vehículos y que actualmente recorre más de 16 millones de kilómetros al mes. GM pretende combinar los equipos técnicos de su filial Cruise y de GM en un único esfuerzo por avanzar en la conducción autónoma y asistida.
La retirada de Waymo del negocio de los robotaxis deja a Waymo, de Alphabet, el grupo de Google, como actor principal a la espera de la llegada, en principio en 2026, del robotaxi de Tesla, cuyo prototipo presentó Elon Musk este mismo año. El hombre más rico del mundo quiere aprovechar su cercanía con el presidente Donald Trump para impulsar una regulación más flexible de la conducción autónoma. En la presentación de los resultados del tercer trimestre, Musk indicó que intentaría que hubiera una única regulación federal, en lugar de diferentes marcos normativos estatales.
GM, que posee alrededor del 90% de Cruise, tiene acuerdos con otros accionistas que elevarán su participación a más del 97%. La empresa tratará de adquirir las acciones restantes, según ha anunciado. Dependiendo de la recompra de estas acciones y de la aprobación por parte del consejo de Cruise, GM trabajará con el equipo directivo de Cruise para reestructurar y reorientar las operaciones de esa división. El grupo espera que la reestructuración reduzca el gasto en más de 1.000 millones de dólares anuales una vez finalizado el plan propuesto, previsiblemente en el primer semestre de 2025.
“GM se compromete a ofrecer las mejores experiencias de conducción a nuestros clientes de una manera disciplinada y eficiente”, ha dicho Mary Barra, presidenta y consejera delegada de GM, a través de un comunicado. “Cruise ha sido uno de los primeros innovadores en autonomía, y la integración más profunda de nuestros equipos, junto con las sólidas marcas, la escala y la fuerza de fabricación de GM, ayudará a avanzar en nuestra visión para el futuro del transporte”, ha añadido la directiva del mayor fabricante de automóviles de Estados Unidos.
Pese al paso atrás en los robotaxis, la compañía se declara plenamente comprometida con la conducción autónoma y sus ventajas, como una mayor seguridad, una mejora de la fluidez del tráfico, una mayor accesibilidad y una reducción del estrés del conductor, según Dave Richardson, vicepresidente senior de ingeniería de software y servicios.
Barra ha tratado de transformar el fabricante de automóviles en una empresa de tecnología del transporte y había trazado planes para duplicar los ingresos hasta 2030, en parte generando 50.000 millones de dólares con Cruise, un objetivo que parece remoto sin un negocio de robotaxis que aporte ingresos.
Cruise comenzó a transportar pasajeros con robotaxis en San Francisco en 2023, pero un accidente con una peatona llevó a los reguladores de California a considerar que sus coches sin conductor suponían un peligro para la seguridad pública. El Departamento de Vehículos Motorizados de California revocó su licencia y la compañía paralizó temporalmente su flota en todo el país. Después del incidente, el fundador de Cruise, Kyle Vogt, dimitió y la empresa despidió a nueve altos ejecutivos y al 25% de la plantilla.
La compañía llegó a un acuerdo con la peatona que fue arrollada en San Francisco por una de sus unidades en octubre. La empresa pagó entre 8 y 12 millones de dólares a la víctima del incidente de tráfico, que fue arrastrada varios metros debajo del taxi hasta que frenó.
Cruise había reanudado la circulación de coches con conductores de seguridad en las ciudades tejanas de Dallas y Houston y tenía previsto probar vehículos en California, pero ahora abandona esos planes de transformarse en una empresa de movilidad y se centra en su negocio tradicional: fabricar coches y venderlos.